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Racismo a la colombiana

por Ricardo Sanchez

El asesinato de George Floyd en Minneapolis, Minnesota, ha despertado la indignación tanto en Estado Unidos como en Colombia. Esto debido a que el racismo no es un problema ajeno a nuestra realidad y en un mundo interconectado y globalizado es apenas de esperar que ciudadanías transnacionales se solidaricen con causas locales. Lastimosamente, sindicatos de policías y políticos norteamericanos se han encargado de diseñar un sistema de responsabilidad que garantiza impunidad para los policías que maten ciudadanos, sobretodo si son afroamericanos. 

Es en este contexto donde, como colombianos, debemos preguntarnos y reflexionar sobre el racismo que existe en el país del divino niño: por una parte, nos escandalizamos ante los horrores que vive una buena parte de la población norteamericana y por otra, nos  hacemos los de la vista gorda y normalizamos el maltrato a las minorías que hacen parte de nuestra sociedad. No está mal prestar atención a lo que sucede en otros países, es una realidad que el mundo está más interconectado y globalizado que nunca. Lo que sí está mal es no tener la capacidad de sentarnos y reflexionar sobre las condiciones en las que viven comunidades de nuestro país.

¡Qué errado estaba quien dijo que el fascismo se cura leyendo y el racismo se cura viajando! Cuando son los colombianos con acceso a educación privada y de calidad y que viajan por el mundo, los que perpetúan la discriminación y la violencia contra los afrocolombianos. No es raro escuchar dichos como “trabajar como negro para vivir como blanco” o “trabajando como negro esclavo” o, aún más escalofriante, la forma en la que se refieren los bogotanos a los jugadores de fútbol de la Selección Colombia cuando cometen un error en el juego: gritan toda clase de insultos hacia ellos, su familia y su color de piel. Tampoco se puede pasar por alto la actitud paternalista de quienes se refieren a un afrocolombiano como “negrito”. Pero esto es solo la punta de un iceberg profundo y desalentador.

El racismo enquistado en la cultura es un problema estructural que afecta directamente la calidad de vida de los colombianos. La pobreza es un denominador común en la Costa Pacífico, desde Tumaco hasta Jurado. A pesar de que en Bogotá sacamos pecho en el colegio con la doble salida al mar, lo cierto es que esta costa está bajo el control de narcotraficantes, grupos delincuenciales y guerrilla, llena de pobreza, abandono, corrupción, discriminación, etcétera. El Estado no hace presencia y los noticieros del mediodía no pierden oportunidad de hacer pornomiseria con las historias de estos municipios.

Es el año 2020 y aún existen quienes juzgan y califican a otros por el color de su piel. Pero al igual que en Colombia, en Estados Unidos, en Sudáfrica y en muchos otros países también asesinan a personas por el color de su piel. La reflexión que debemos hacer es sobre cómo las actitudes racistas que parecen chistosas son solo el primer peldaño en una escalera de opresión y rechazo hacia seres humanos. Los primeros escalones son las burlas y el rechazo.Después están las fotos de una familia acaudalada caleña con dos empleadas afro como esclavas sosteniendo materas y termina con masacres, asesinatos, sistemas penitenciarios que esclavizan.

#JusticeForGeorgeFloyd

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