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Jóvenes que transforman: Stephanía Gutiérrez

por Karolina Diaz

Stephanía Gutiérrez es una joven repostera barranqueña de 26 años quien durante sus estudios de gastronomía, logra abrirse camino en la cocina dulce iniciando en la decoración de cupcakes.

En 2014 y 2017 adquiere progresivamente habilidades en la técnica de figuras en fondant y la utilización del horno gracias a una empresa que creyó en sus habilidades.

No obstante, es en el 2019 que emprende el proyecto -aún sin ser consciente- que le traería en el futuro su mayor satisfacción hasta ahora; en dicho año que logra vender sorpresivamente, 68 porciones diarias de genovesa en búsqueda de obtener dinero dadas las necesidades que tenía en ese momento.

Posterior a esto, logra vincularse con una empresa hotelera reconocida en distrito, donde se desempeñaba no solo en el área de la repostería sino que brindaba apoyo en la cocina caliente si se requería. Stephanía menciona que el trabajo hotelero es totalmente diferente.

Inicio de un proyecto

“Mi mejor amigo me decía que yo conocía de un arte, que no era como si no supiera nada, yo necesitaba buscar la manera de tener ingresos, y fue cuando decidí intentarlo. Yo ya había pensado en que, si tenía un negocio, se llamara Manjar, que cuando las personas recibieran el producto pudieran identificarlo y reconocerlo”.

En el 2020 es que dicho proyecto gestado como algo momentáneo, que se empieza a materializar y emprende el camino hacia el proyecto de su vida, siendo el 22 de enero que decide crear el Instagram de Manjar y sin darse cuenta, las personas comenzaron a seguirla y a llegarle a más gente.

Expresa que Manjar sigue siendo reconocida por las porciones individuales debido a ser un disfrute diario y genera felicidad aun después de un año de haber iniciado.

Obstáculos

“Como yo empiezo a promocionar majar en tiempos de pandemia, donde nadie podía salir a comprar o a comer porque todo estaba cerrado; las personas empezaron a pedirme domicilios y posibilitó que nos fuéramos dando a conocer.

Ella menciona que pese a que darse a conocer rápidamente en el los habitantes, no fue tan fácil crecer en pandemia:

“Crecer en pandemia también fue complejo debido a los implementos necesarios para hacer las entregas. Cuando me empezaron a pedir tortas, me tocó buscar diferentes maneras: ir a donde la vecina, a la casa de mis amigos i a donde pudiese utilizar el horno. Hoy en día tengo de todo, he ido comprando mis sartenes, las cucharas y muchos implementos necesarios; lo pensado es adquirir este año mi propio horno”.

Emprender para Stephanía es innovar, arriesgarse y tratar de salir adelante. Reconoce haber tenido todo el apoyo de las personas cercanas y sabe que se necesitan hacer inversiones, pero que poco a poco van a ir viendo las ganancias.

Actualmente, la satisfacción de llegar a los hogares barranqueños y brindar la felicidad de recibir un postre es lo que la alienta a seguir con el proyecto.

La joven repostera, apuesta por la asociatividad, por el crecimiento como gremio pastelero y confía en el talento del territorio; cree que se pueden lograr cosas más grandes si se busca la ayuda de los demás para salir adelante.  

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