En Quinimayó, Valle del Cauca, se celebra cada mes de febrero el nacimiento del Niño Dios negro, como tradición ancestral de los habitantes, quienes tienen como ascendencia a esclavos y comenzaron esta tradición cientos de años atrás.
Navidad en febrero y con un niño Dios negro
Cada 18,19 y 20 de febrero, las calles de Quinimayó, envuelven de color y tradiciones sus fiestas ancestrales, donde con bailes de pasos cortos, ya que los esclavos no tenían mucha posibilidad de movimiento, le dan vida a su tradición. Es de anotar que, esta festividad surgió a raíz de la prohibición de los esclavistas, quienes no permitían que los esclavos celebraran con ellos cada diciembre el nacimiento del máximo representante del cristianismo. Ante esto, pues los esclavos decidieron realizar su propia celebración dos meses después, cuando se les era permitido un descanso. Por ello, se hace en el mes de febrero.
Año a año, este evento que reúne a miles de turistas lleva consigo un fin pedagógico en el que las matronas de la comunidad enseñan a las nuevas generaciones, las tradiciones afros que heredaron de sus antepasados.
“Es una identidad que no se pierde (…) que cada día renace, porque en ella están las personas que ya murieron y los que están más adultos. Pero seguimos siendo los niños y los jóvenes los que queremos siempre conservar esta tradición.”
Norfi Daniela Viáfara, nativa de la región.
El profesor Norman Viáfara es uno de los líderes del festejo del Niño Dios negro. Él cuenta que, más allá de una celebración, esta es una oportunidad para resistir y reivindicar las raíces de los pueblos negros que fueron esclavos por décadas.
Finalmente, sus habitantes celebran el nacimiento del Jesucristo, pero con la figura tiene rasgos africanos, ya que con esto buscan representar la inclusión de la comunidad negra en la narrativa cristiana.
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