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La felicidad de ser lo que somos

por Leidy Peralta
Columna de opinión Leidy P

Nos han inculcado la falsa idea de que debemos ser estilo Europeo; que lo estético y lo válido es lo de los otros y que lo propio no vale nada; nos han hecho creer que no podemos sentirnos orgullosos en Antioquia de la arepa y la bandeja paisa; en la costa de la mojarra y el Mote de queso; ni en pasto del Cuy; ni en Santander de las hormigas culonas y el Mute; y tampoco en Bogotá del ajiaco.

Nos han hecho creer que debemos comer platos con nombres que no sabemos ni pronunciar y leer autores que no hablan de lo que somos; nos han hecho sentir que no encajamos, y que las marcas de ropa que debemos usar son las extranjeras, olvidando así que la identidad de los pueblo está justamente en el pueblo; de esta manera con el paso del tiempo han desafirmado nuestra identidad cultural, e incluso nos han acomplejado con cosas que han afectado directamente a la permanencia y orgullo de lo que somos.

En el caribe colombiano una de las expresiones que más he escuchado a lo largo de mi vida es; “debes ser pelo liso porque el pelo afro o pelo malo se ve feo, eso es de negras” mostrando una vez más la desigualdad que tenemos con la otra persona y así mismo estigmatizando los grupos sociales y olvidándonos  que Colombia en su diversidad es un país multicultural, y la costa caribe en específico es un territorio trietnico, donde se involucra al blanco europeo, al negro africano y al indio precolombino, que, muy a pesar que no sea reconocido así, aunque por fuera algunos caribes nos veamos blancos, por dentro tenemos sangre africana e indígena implícitamente.

Además, aunque la trietnia que nos acompaña sigue enriqueciendo nuestra cultura; siempre he sentido que la gran diferencia cultural que tenemos entre nosotros y que enmarca de donde somos, es el idioma y la acentuación; sí, y es que en la diversidad cultural caribeña, la característica que más demuestra la ubicación geográfica de los nativos es el carácter de la gente en el lenguaje; desde las familias más refinadas hasta las de escasos recursos en la simple acentuación que usan para regañar a sus hijos nosotros logramos identificar uno de que parte del caribe es que son.

Incluso, cuando lanzamos expresiones propia nuestra oralidad; dichos, refranes y sistemas de medición aplicados al diario vivir de nosotros los costeños, es fácil entender lo que el otro caribe quiere decir; ejemplo: en la costa caribe si alguien dice “esa sopas le falta un ‘toque’ de sal” entonces se le echa sal y ya; la sopas quedan bien pero no hay una medida para ese “toque”; no es una cuchara, ni es media. Es un idioma casi que implícito en la gente del caribe.

Otro ejemplo que se suma a la lista es; en el caribe una mano de pescados no son 5 peces como los cinco dedos de nuestra mano sino 4. en la cotidianidad hemos vivido por años y realmente no hay una respuesta para ello, solo se dice que un vendedor de pescado en su quehacer se cortó un dedo y a partir de ese suceso quedó establecido así que no se venden de 5 si no 4.

Son entonces, estos elementos culturales y únicos los que hacen rica la cultura vista desde diferentes aristas, incluso, el compositor José Martí decía “en el caribe el idioma está hecho para que el otro entienda lo que el otro está pensando” y de hecho así es, en nuestra oralidad siempre simplificamos el idioma y nuestro dialecto es todo resumido a un “ajá”.

Pero muy a pesar que estas creencias han sido pordebajeadas; los caribes nos hemos mantenidos y permanecidos en el tiempo pasando nuestras creencias de generación en generación. También agarrándonos de estas mismas para transformar esos escenarios que nos ha tocado vivir; por ejemplo: usamos maneras de sanar las heridas físicas del ser humano a través de baños con poderes refrescantes y curativos; nos comunicamos con señas y determinamos con solo mirar el cielo y sin siquiera tener un estudio previo en meteorología; cualquier caribe podría dar un dato arbitrario de si el día está bueno para lavar o si ese sol es de agua.

En nuestro realismo mágico creemos en un mundo de mariposas; en una pócima que convirtió a un hombre caimán; en un mate rojo que es nuestro primer regalo contra el mal de ojo; y además, estas mismas creencias nos sirven hasta para conseguir novio gracias a los santos.

Hoy, gracias a la permanencia de la cultura que nos sembraron nuestros ancestros; y a toda esta cultura trietnica, rica y biodiversa somos lo que somos; unas personas felices. Que en medio de todo siempre resaltará esa capacidad de mamarle gallo al amigo buscando sacar a florecer una sonrisa propia de nuestra identidad caribeña. Es esa alegría con la que se nace, y se goza guapirriando y buscando siempre tener en el corazón contento a pesar de las adversidades de la vida; y así mismo, seguir  enriqueciendo este país que en toda su diversidad y multiculturalidad tiene mucho más que ofrecer que todo lo que nos han hecho creer que somos.

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