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Ética Política en tiempos de corrupción.

por ElÍas Zorro

El 27 de octubre de 2019, se llevarán a cabo los comicios electorales para elegir los gobernadores, diputados, alcaldes y concejales, que direccionarán el desarrollo regional/local y administrarán los recursos públicos de los departamentos y municipios, durante los próximos 4 años. Por ello, es importante reflexionar al momento de tomar decisiones políticas y de votar.

Cuando hablamos de ética política, nos referimos al ejercicio del poder y del proselitismo electoral con base en principios de carácter ético, filosófico y/o humanista, que retribuyan la confianza depositada por los ciudadanos a través del voto popular. Valores como: la honestidad, el respeto, la tolerancia, la justicia y la transparencia; deben orientar no sólo la administración pública, sino también la contienda electoral y ante todo, las relaciones entre los candidat@s y los electores.

En consecuencia, la ética política, exige un gran reto para las ciudadanos: ser veedores y jueces de la democracia, lo cual implica, al menos 3 tareas básicas:

1) Revisar la trayectoria y hoja de vida de los candidat@s. Indagar sobre las facetas y los roles que han desempeñado los aspirantes a lo largo de su vida. Preguntar, como han sido en el ámbito familiar, académico, laboral, profesional, empresarial, social y político. Infórmese sobre su preparación, experiencia, compromiso con la comunidad, sus aliados y demás aspectos que le permitan identificar su perfil como ser humano y como futuro administrador.

2) Ejercer el voto programático. No crea en promesas irrealizables, decídase por las mejores propuestas para el desarrollo de los territorios, es decir; aquellas que siendo viables, respondan de manera técnica, eficiente y creativa, a los problemas, retos y potencialidades que afrontan los departamentos y municipios.

3) Evitar que la política se convierta en un negocio: “El que paga para llegar, llega a robar”. El respaldo popular NO debe ser fruto de las prebendas, la compra de votos, ni en el asistencialismo electoral (entrega de bultos de cemento, láminas de zinc, ladrillos, tierra, pago de servicios públicos domiciliarios, electrodomésticos, etc.), que busca aprovechar el estado de necesidad de las personas humildes, pero no resolver sus problemas de pobreza, pues, como lo decía el brillante jurista Carlos Gaviria Díaz: cuando un candidato(a) invierte millones y millones en su campaña, no es un auténtico líder político, es un empresario, y como tal, cuando sea Alcalde, sólo pensará en sacar lucro, provecho, en recuperar y multiplicar su inversión, pero NO en la gente, ni en solucionar sus problemas.

Recuerde señor(a) elector, que los comerciantes de la política “jamás combatirán la pobreza, porque necesitan de ella para ganar las elecciones”. De manera que, si usted es uno de los ciudadanos indignados y mamados de la politiquería y la corrupción, está en sus manos y conciencia, ser protagonista del cambio o cómplice del mal gobierno, pues nunca se obtendrán resultados diferentes, votando siempre por los mism@s.

Elías Zorro.

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