Hace poco un artículo en donde decían que las mujeres de la costa si están bonitas y los hombres son feos generó gran polémica en el país, pero, el tema no se queda solo en la costa, la belleza de nuestros hombres no está a la altura de las mujeres colombianas, si, así como lo oyen.
En parte la culpa es de las mujeres, siempre tan arregladitas al lado de cualquier “cafre” descuidado, sin lugar a dudas también es un prototipo heredado de la narco cultura que nos agobió en los 90 y de la cuál estamos recién saliendo, mujeres que invierten en ellas, preocupadas por la estética y compitiendo con otras mujeres por cuerpos más tonificados, tetas y culos más parados mientras los hombres están entre ellos cuadrando la próxima picada con cerveza, exhibiendo con vergüenza ajena calvicie, ausencia de tono en brazos y piernas, más prominente barriga.
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En Santander no hay excepción para buscar novio hay que llamar al diablo a que entre y escoja, mientras ellos se dan el gusto de elegir entre un ramillete de bellezas. Ahora bien, la regla tiene excepciones, como lo dijo la señorita Antioquia, la excepción es, del mismo modo en sentido contrario, ósea que también hay un minúsculo porcentaje de mujeres feas y otro equivalente de hombres churros, pero, nadie había hablado antes de la belleza de los hombres, ellos han dado por sentado que las mujeres los queremos por como son y aunque no vivimos publicando ni chicanenado con las amistades esas listas de deseos tampoco andamos vociferando lo que les falta.
De la belleza de los hombres nadie habla porque ellos no lo han permitido, en cambio de la belleza de las mujeres todos opinan, tanto hombres como mujeres, comentarios como que “se vería más bonita sin tatuajes!” “muy bonita y todo pero parece una tabla” son el pan de cada día. No les han dicho que “calladitos también se ven más bonitos”.
Así estamos en el país del divino niño, la silicona y los hombres gurres. Todo puede pasar en Colombia tierra querida.
Escrito por: Karen Moreno