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PARQUES DE POCA DIVERSIÓN

por Karen Morena

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Inicialmente aclaro que no soy padre de familia, pero sí tío y padrino. También específico que arquitecto, ingeniero ni urbanista son mis profesiones, pero sí ciudadano y periodista que se permite detallar las “pequeñas cosas” que generan, o intentan generar, un mejor bienestar ciudadano.

 

Captura de pantalla 2016-09-05 a la(s) 12.50.16 En primera instancia me permito hablar de los parques porque éstos despiertan una expectativa entre la comunidad que ve cómo se recuperan los espacios para ofrecer nuevamente el esparcimiento que la ciudadanía merece ante tanta obra y cemento.

Ambos espacios (parque A la Vida e Infantil), que aún continúan siendo trabajados, ya cuentan con las atracciones que permitirá a los infantes distraerse, jugar, saltar o brincar, correr, gritar, reír y, obviamente, lanzarse por un resbaladero, un tobogán que al final tiene concreto ¡concreto! A quién se le ocurrió que la mejor manera de proteger la humanidad de un menor es la famosa mezcla de cemento y agua, quién habrá pensado y decidido que este elemento – el cemento – sí brindará protección al  momento que un menor se lance por aquellos resbaladeros.

Estos pequeños detalles dejan mucho para preguntarse, por ejemplo si realmente están siendo destinados para que la comunidad, padres e hijos, se diviertan, si están siendo mejorados o sencillamente hechos por cumplimiento de ley sin la menor prevención de quienes lo van a disfrutar (si los padres no llevan a sus hijos porque terminen lastimados, ya sabemos que terminarán siendo centros de consumo); además el menor, en su enorme inocencia, sólo querrá lanzarse, jugar y volver a lanzarse porque no podemos exigir que los niños se preocupen por las raspaduras, esa es labor paternal e inicialmente ser garantizada por quienes están trabajando en las obras.

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Sería ilógico, desde todo punto de vista, pedirle al infante que no corra a su gusto, que no salte y grite cuando ésta es la naturaleza de ser niño, comerse el mundo jugando y no preocuparse porque al final del “tenebroso” tobogán lo reciba el concreto. Es sencillo: Deberían estos escenarios, así como la cancha de fútbol Cotraeco en el barrio Galán y Cincuentenario, garantizar que quienes los utilicen no terminen sufriendo algún altercado o lesión cuando sanamente buscan entretenerse y ejercitarse.

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