Un nuevo episodio de violencia en la Franja de Gaza ha dejado al menos 41 personas muertas y más de 200 heridas, muchas de ellas en las cercanías de un centro de distribución de alimentos gestionado por la Gaza Humanitarian Foundation (GHF), una organización con respaldo logístico de EE.UU. e Israel.
De acuerdo con fuentes médicas locales y reportes de la agencia Reuters, el ataque fue perpetrado por fuerzas israelíes en la zona de Netzarim, donde cientos de civiles esperaban acceso a raciones básicas. Otros seis fallecidos fueron reportados en Rafah, también en el contexto de asistencia alimentaria.
Este no es un hecho aislado. Desde que GHF inició operaciones el pasado 26 de mayo, se han documentado al menos 163 muertes relacionadas con ataques cerca de estos centros de ayuda.
Organizaciones como Human Rights Watch, la ONU y Médicos Sin Fronteras han condenado la situación y exigido que se ponga fin al modelo militarizado de distribución, que según denuncian, está transformando los centros humanitarios en “zonas de muerte”.
“El acceso a la ayuda no puede poner en riesgo la vida de quienes más la necesitan”, advirtió la coordinadora humanitaria de la ONU en Palestina.
El gobierno israelí, por su parte, ha declarado que investiga los hechos, pero insiste en que sus operaciones tienen como objetivo grupos armados en la zona. Sin embargo, las imágenes y testimonios muestran una realidad distinta: personas desarmadas, en su mayoría mujeres y niños, atrapadas en medio del fuego.
La comunidad internacional continúa presionando por un alto al fuego inmediato, la apertura de corredores seguros y un compromiso con el derecho internacional humanitario.