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Los tozudos del 20 de enero

por Andres Gamarra

Buscando un escape a los treinta y seis grados centígrados que azotan Barrancabermeja, terminé en el balcón de la casa de mi abuelo, aquí se puede tomar fresco y evitar el molesto sudor que ocasiona el clima. Esta casa de dos pisos, construida desde cero con el esfuerzo de mi antecesor, consta de nueve habitaciones y nueve baños. Sin embargo, el esfuerzo no lo es todo y la casa, aunque acogedora, no se escapa de tener uno o varios desperfectos. La forma rústica en la que fue edificada hizo que cada habitación tuviese un piso diferente al de las demás y que el techo en concreto que tienen algunos cuartos deje caer migajas de polvo sobre los lechos de las camas, además de un patio que contrasta por su diminuto tamaño con el resto de la casa y que se encuentra a la mitad del primer piso, el cual tiene que hacer de pasillo y lavadero a la vez. Ni hablar del cableado eléctrico que se encuentra a la vista de todos y que vaya uno a saber si aun funciona.

La forma poco ortodoxa de la vivienda no es más que el reflejo de la situación del resto de las casas que la rodean, ya que al ser un barrio de invasión cada persona tuvo que construir a su manera, dejando así un montón de desperfectos e incoherencias respecto a lo que a una casa “normal” se refiere. Sin embargo, esta divergencia les da un toque de exclusividad. La variedad de diseños bizarros fomenta la imaginación. Pensar en qué pasaba por las cabezas de los abuelos a la hora de construir sus viviendas me transporta a un millón de escenarios diferentes en los que ocurren las cosas menos convencionales.

Sentado aquí tengo una vista completa de la cuadra, siendo la tercera etapa de cuatro que tiene el barrio Veinte de Enero, esta es la más extraña en cuanto a su organización. La tercera etapa se encuentra rodeada por tres barrios y solo se conecta con las otras por medio de una carretera.

Debido a esta ubicación la mayoría de la gente confunde este barrio con los que los rodean, cada vez que un amigo viene de visita debo aclararle que, aunque se encuentre lejos de las demás etapas, esto sigue siendo Veinte de Enero. Justo en frente, se puede observar a lo que yo he nombrado “el casino menesteroso”. Mas de diez hombres del barrio se reúnen bajo un árbol de syzygium jambos mejor conocido como pomarrosa a jugar siglo todas las tardes desde hace ya más años de los que puedo contar. Es  una tradición de la cuadra salir en las tardes y ver cómo se juegan las partidas más dramáticas del siglo, las cuales han llegado hasta la increíble suma de cinco mil pesos en una sola ronda.

…y así empezó el barrio.

La historia de este barrio inicia un 20 de enero de 1986, día en el que varios habitantes de comunidades aledañas deciden invadir los terrenos del señor Jorge Elías Álvarez. La Policía, caracterizada por su escasa velocidad de reacción, no tardó mucho en hacer presencia en el lugar desalojando a los invasores y quemando sus cambuches.

Una semana después los líderes del grupo invasor se encontraban reunidos sin cartas sobre la mesa. Desolados y decepcionados ante su fracasado intento de obtener un lugar para vivir, todo indicaba que tirarían las banderas de la revolución a un costado. No obstante, ese mismo día emergió una figura que marcaría un antes y un después en la historia del 20 de Enero: Rogelio Scarpetta, quien para ese entonces era un completo desconocido, se involucró en la causa de los rebeldes y convocó una reunión a media noche en la que por requisito se debían llevar antorchas.

El punto de encuentro fue la cancha de micro del barrio La Libertad, lugar que no dio abasto, pues llegada la media noche las personas empezaron a emerger de las sombras como si respondieran al llamado de un flautista de fábula. La multitud formada por la increíble cifra de mil personas iluminó las calles con antorchas y marchó cual legión romana rumbo a la conquista de nuevas tierras.

Llegados a los terrenos de Jorge Álvarez se inició de inmediato el plan “invasión nocturna”, se armaron jacales y hogueras para pasar la noche y como si de una organización se tratase, se crearon comités encargados de diferentes aspectos de la invasión. El comité “barriga llena corazón contento” encargado de conseguir mercados en las plazas; el comité “¿tu si marchaste?” encargado de censar a la gente; el comité “ahí vienen los tombos” encargado de vigilar los alrededores y el comité “yo conozco a un político”, encargado de las relaciones públicas entre los invasores y las autoridades.

Pasados unos días todo parecía ir bien para nuestros héroes, pero entonces ocurrió lo inesperado. Mientras se llevaba a cabo una asamblea entre los invasores, la Policía se infiltró en el campamento y procedió a quemar los cambuches, se armó entonces una trifulca y fueron capturados treinta miembros del grupo invasor, entre esos Rogelio Scarpetta, quien para entonces ya se encontraba consolidado como una de las figuras más importantes de la “revolución”. El grupo había perdido de nuevo.

El comité de relaciones contactó a Horacio Serpa Uribe, logrando así la liberación de los detenidos, quienes después de una paliza por parte de las autoridades fueron obligados a firmar un compromiso de no volver a invadir los terrenos con la amenaza de ser encarcelados si lo intentaban.

Algunos dirían que este evento fue suficiente reprimenda para que los invasores cesaran sus aires de revolución, pero de inmediato volvieron a tomar los terrenos, en esa ocasión se mejoró el comité de vigilancia para evitar otra “invasión” por parte de los policías. Scarpetta logro una reunión del Concejo entre los representantes de la invasión y el dueño de los terrenos, con el apoyo de la junta de acción comunal del barrio La Libertad, hicieron ceder al “tirano” y lograron un gran acuerdo de compra. La cantidad acordada fue de treinta y dos mil pesos por lote, aproximadamente cuatro millones de pesos actuales. Ante el histórico acuerdo se organizó otro comité. El Comité Cívico Barrio 20 De Enero, el cual se encargaría de los tramites de legalización y adecuación de los terrenos.

Más de mil familias esperanzadas

Finalizados los planos urbanísticos se llegó a la cantidad de trescientos ochenta y siete lotes, que parece una gran cifra, pero el número de familias esperando lote era de mil. Fue necesario entonces aplicar filtros sobre los solteros y las personas con vivienda propia, para reducir las familias a la mitad, no obstante, la cantidad de lotes seguía siendo insuficiente. Ante tal situación, decidieron comprar otros terrenos, que el señor Jorge Álvarez aprovechó para vender a precios más elevados, después de la compra se llegó a la cantidad de quinientos dieciocho lotes, los cuales cubrían por completo la demanda que existía.

Después de esto, todo fueron buenas noticias, el barrio se había consolidado y la solidaridad y autogestión de su gente lo caracterizaría desde entonces. En 1986 se instaló la tubería de alcantarillado de cemento la cual fue financiada por bingos y bazares de la misma comunidad. En 1987 Ecopetrol suministró la tubería de agua potable y capacitó a los habitantes para que ellos mismos la instalaran. En 1988 se fue instalada la tubería de aguas negras. En 1989 se inició la pavimentación por el sistema de autoconstrucción, en donde la comunidad ponía el 50% y la mano de obra y Ecopetrol y la administración local el otro 50%. El alumbrado, el gas y la telefonía se obtuvieron rápidamente y el barrio se convirtió en uno de los mejores y más conocidos de la comuna tres.

El veinte de enero de 1987, el día del aniversario del barrio, la costa se tomó el lugar y se organizó un sancocho y un fandango con picó. La gran cantidad de familias provenientes del Caribe impuso entonces una tendencia, pasaron los años y celebrar el aniversario del barrio se convirtió en tradición. Una tradición que creció sin control, transformándose en la actualidad es uno de los eventos más relevantes de la ciudad, cada año vienen artistas de diferentes lugares del país a celebrar un año más de lo que en algún momento fue una causa perdida.

Esta comunidad es la prueba real de la persistencia, para algunos terquedad, de los colombianos, quienes al igual que el agua encuentran cualquier salida para seguir fluyendo y creciendo. El sacrificio y el esfuerzo dan frutos y esos frutos están aquí. Mi barrio tiene mil historias y mil veces me sentaré a escucharlas con el mayor de los gustos. Este es el 20 de Enero.

Por: Andrés Gonzalo Gamarra Obregón.

Estudiante de Comunicación Social Unipaz. IV Semestre.

“Las opiniones vertidas en esta sección son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan necesariamente el pensamiento ni la línea editorial de Dígame.com.co”

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