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Las mascotas, los entornos urbanos y la convivencia ciudadana

por ElÍas Zorro

El auge del animilamismo (movimiento promotor de la protección y bienestar de los animales), el posicionamiento de veganismo (como “estilo de vida que rechaza todas las formas de explotación y crueldad hacia los animales en la alimentación, vestido y con cualquier otro propósito[1]) y el creciente interés por el cuidado de animales domésticos de compañía, han ubicado en el epicentro del debate social, las formas de relacionamiento entre el ser humano y los animales.

Hoy en la agenda pública de diversos gobiernos y en las discusiones de amplios sectores de la sociedad, se plantean temas asociados con el maltrato animal y el uso de los animales con fines recreativos, comerciales y alimenticios, tales como: las corridas de toros, las peleas de gallos y de perros, el tráfico de especies silvestres, la caza deportiva, la  ropa hecha con pieles de animales, exhibición de animales salvajes en los circos, exposición de aves en jaulas, el rol de los zoológicos y hasta ciertas prácticas de la producción industrial en la ganadería.

A pesar de los numerosos y profundos temas para debatir, nos concentraremos en la tenencia de mascotas y su relación con los espacios urbanos y la convivencia. Lo anterior, considerando que en las ciudades aumenta el número de personas dispuestas a adoptar y/o adquirir mascotas de compañía (especialmente perros y gatos), volviéndose cada vez más recurrente y cotidiana, la tendencia a compartir espacios comunes de la ciudad entre las personas, sus mascotas y los demás ciudadanos, tales como: parques, ciclo rutas, zonas sociales, senderos peatonales, gimnasios biosaludables, entre otros.

La problemática

Ahora bien, pese al profundo cariño que profesemos a nuestras mascotas y al respeto, que como sociedad tengamos por los animales, no podemos perder de vista que la tenencia de mascotas, posee ciertas implicaciones en temas como la salubridad pública, que exigen comportamientos responsables y compatibles con la sana convivencia, a fin de evitar algunos conflictos sociales, que pueden ocasionar determinadas prácticas, derivadas de la presencia de animales en los espacios públicos de la ciudad.

Algunos ejemplos problemáticos de la necesidad de una cultura responsable en la tenencia de mascotas, son: la afectación de los parques, en los cuales que se ha vuelto habitual, encontrarnos con bancas sin poder ser usadas por encontrarse contaminadas por los excrementos y secreciones urinarias de caninos y felinos o sus fuertes olores; heces fecales arrojadas en el prado, las canchas, los andenes y en las ciclo rutas, que dificultan la movilidad y prácticas deportivas y finalmente perros considerados por la legislación como potencialmente peligrosos, sin su respectivo bozal y collar, que pueden poner en riesgo la integridad física de los niñ@s, entre otros aspectos por mejorar.

!Algunas Propuestas¡

Ahora bien, la intención de estas líneas, no es satanizar ni condenar a las mascotas o sus dueños, ni aislarlas de los espacios de interacción con los humanos, pues compartimos la idea de Mahatma Gandhi según la cual: la grandeza de una nación y su progreso moral puede ser juzgada por la forma en que sus animales son tratados”. Por el contrario, estos apuntes van orientados hacia la necesidad de establecer acciones y cambios culturales e incluso urbanísticos, que nos permitan una armónica convivencia entre los seres humanos y los animales, en el contexto de las ciudades y centros poblados.

En consecuencia con lo expuesto y de manera propositiva, pongo a consideración 5 acciones básicas para mejorar el relacionamiento ser humano – animales en los espacios urbanísticos y la ciudad, que podrían ser impulsadas desde los gobiernos locales con el apoyo de colectivos sociales:

1) Realizar campañas de sensibilización en parques, escenarios deportivos y zonas sociales, sobre la tenencia responsable de mascotas, en aspectos como: la higiene, salubridad pública, medidas de protección frente a terceros y prevención del maltrato animal.

2) Construcción y adecuación de parques para mascotas, con la infraestructura adecuada para que los tenedores de estos animales, puedan recrearse sin afectaciones a terceros y de manera plena con sus peludos.

3) Creación de un Centro de Bienestar animal, para atender a los animales en estado de abandono o victimas de maltrato, que deambulan en los diversos corredores de la ciudad, sin ningún control y en situaciones de precariedad.

4) Creación de zonas de protección ambiental y de turismo sostenible, donde al tiempo que se preserven y conserven especies nativas, se pueda realizar senderismo en compañía de mascotas y

5) Realizar operativos contra el maltrato animal y hacer uso de la legislación y la jurisprudencia constitucional, para castigar a los maltratadores de animales.

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[1] Donald Watson. La Sociedad Vegana. 1944.

“Las opiniones vertidas en esta sección son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan necesariamente el pensamiento ni la línea editorial de Dígame”

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