Aunque muchos consideran el enojo como una emoción pasajera o «parte del carácter», la ciencia ha demostrado que sentir ira constante o intensa puede enfermar gravemente tu cuerpo.
Estudios del National Institutes of Health y la American Psychological Association explican cómo las emociones negativas, especialmente la ira, tienen consecuencias físicas concretas que van más allá del mal humor. Aquí te explicamos algunas de ellas:
Infartos
Durante un enojo, el cuerpo libera adrenalina y cortisol, acelerando el corazón y elevando la presión arterial. A largo plazo, esto endurece las arterias y desgasta el sistema cardiovascular, aumentando el riesgo de un infarto.
Problemas digestivos
El cuerpo, al creer que está en peligro, bloquea funciones no urgentes como la digestión. Esto puede provocar úlcera gástrica, reflujo, inflamación, colitis y desequilibrio de la flora intestinal.
Derrames cerebrales
El aumento súbito de presión provocado por la ira puede romper vasos sanguíneos en el cerebro. Si hay hipertensión previa, un ataque de ira puede ser el detonante de un derrame cerebral.
Insomnio
El estado de alerta que genera el enojo impide relajarse, interrumpe el sueño y, con el tiempo, afecta la memoria, el sistema inmunológico y la salud mental.